
FRECUENCIA CARDIACA EN EL EMBARAZO
Qué es la frecuencia cardiaca en el embarazo o también llamada frecuencia cardiaca fetal (FCF), el por qué de su monitorización y mucho más en el siguiente artículo…
En vuestro embarazo habréis notado que una de las cosas que solemos hacer en los controles es escuchar la frecuencia cardíaca fetal (FCF), en la consulta de la matrona a través de un doppler que se coloca en el abdomen, en las consultas ginecológicas a través de las ecografías, y cuando se acerca el final del embarazo, realizamos el registro cardiotocográfico, que consiste en escuchar la FCF, y además registrar los posibles cambios de consistencia del útero (contracciones) a través de 2 transductores. Estos 2 transductores los sujetamos en el abdomen con 2 correas de tela, y por eso esta prueba suele ser conocida comúnmente como “correas”. Este registro nos hace un dibujo en un papel de ambas variables.
¿Cuál es el objetivo de escuchar la FCF?
Durante el embarazo y al final del mismo, conocer el bienestar del bebé, y durante el proceso de parto, saber cómo lleva nuestro bebé las contracciones.
Cuando tenemos una contracción, de forma fisiológica, el útero por la propia contracción muscular cierra los vasos sanguíneos que llevan sangre oxigenada a través de la placenta al bebé.
¿Esto quiere decir que durante el parto el bebé no recibe el oxígeno que necesita? NO. Pensad que si todo funciona como la naturaleza ha previsto, el bebé viene diseñado para estas continuas interrupciones de flujo sin que ello le afecte lo más mínimo.
El registro de su frecuencia cardíaca nos ayuda a conocer precisamente esto, si el bebé lleva bien el proceso de parto, y si en algún momento empieza a mostrar variaciones de su frecuencia cardíaca, poder adelantarnos para que el bebé nazca en las mejores condiciones posibles.

Hay varias formas de escuchar su frecuencia cardíaca durante el proceso de parto:
- Externa: es decir, a través del abdomen captamos la señal de su corazón mediante ultrasonidos.
- Interna: a través de un monitor interno, un dispositivo que va en la cabecita del bebé y capta el latido de forma directa. Para hacer este tipo de monitorización, debe haber algún motivo que impida hacer la monitorización externa (es la menos invasiva y por tanto la de elección) y debe haber cierta dilatación y estar la bolsa de las aguas rota para poder acceder a la cabecita.
La escucha de la FCF se puede hacer de forma:
- Continua: consiste en escuchar al bebé de forma continuada en el proceso, lo que implica tener las correas que sujetan los transductores puestas durante todo el parto (aunque esto no debería implicar que nuestra movilidad se vea reducida).
- Intermitente: consiste en escuchar al bebé de forma discontinua, haciendo lo que se llama períodos ventana: escucharle cada 15-30 minutos en la fase de dilatación, y cada 5 minutos en la fase de expulsivo, durante las contracciones y el minuto posterior a las mismas.
Esto es algo que podemos elegir en nuestro plan de parto, pero ¿cómo elegirlo? ¿En qué situaciones está más indicada hacer un tipo de monitorización u otro?
La auscultación intermitente debe ser de elección en aquellos partos que se inician de forma espontánea y que no están medicalizados (no epidural) y en los que no se ha objetivado ninguna patología.

Según la OMS “No se recomienda la cardiotocografía continua para evaluar el bienestar del feto en embarazadas sanas con trabajo de parto espontáneo “, ya que según la evidencia científica, mayor control no mejora los resultados perinatales e induce a intervenciones innecesarias (entre ellas un aumento en la tasa de cesáreas).
¿Por qué?
La monitorización es una prueba muy útil pero a veces las alteraciones que nos marca en la frecuencia cardíaca del bebé no son debidas a una situación patológica. Un ejemplo: la mejor posición para localizar la frecuencia cardíaca del bebé es con la gestante tumbada boca arriba, pero esta no es la mejor posición para el bienestar del bebé (por la posible disminución del flujo placentario en esta posición).
La propia posición podría darnos una alteración de la frecuencia cardíaca fetal que sería aparente y no real, que se podría resolver con un cambio de posición, y esto puede conllevar intervenciones. Aclaramos que la posición en decúbito supino no tiene por qué afectar a tu bebé en el embarazo si no te afecta a ti ni te mareas al hacerla.
Por este motivo, deberíamos restringir el uso de la monitorización continua a aquellos partos que son medicalizados, y no usarla en todos los partos sin individualizar, ya que no solo no tiene beneficios, si no que puede tener perjuicios.
Pero entonces, ¿por qué se usa tanto?
Por un lado, la alta tasa de uso de analgesia epidural nos obliga a ello, y otro factor a tener en cuenta es el número de matronas disponibles en los paritorios nacionales. No se aplica el modelo “one to one” (una matrona para cada mujer en fase activa de parto), por lo que muchas veces las matronas no pueden aplicar la monitorización intermitente por falta de tiempo por la carga de trabajo. Y si nos extendemos más allá, según la evidencia científica, el que una mujer de parto no disponga de una matrona todo el tiempo posible también conlleva más uso de analgesia epidural.
Como veis, no siempre es un solo factor el que influye en algo.
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